La AUNAP celebra con todo los pescadores el Día de la Gente del Mar
- El comercio marítimo internacional y el mundo cuentan con un gran aliado incondicional: la gente de mar. Es por ello que la Organización Marítima Internacional (OMI) promulgó en la Conferencia de Manila del año 2010 el día 25 de junio como Día de la Gente de Mar.
- Con motivo de esta fecha, desde la AUNAP queremos hacer en reconocimiento a estos protagonistas anónimos y agradecerles por su contribución a la seguridad alimentaria del país
- Destacamos la historia de Angélica de la Cruz, representante legal de la Asociación Estur, madre, pescadora y una mujer que sin tapujos profesa su amor por el mar.
Vale la pena recordar que, dentro de nuestra jurisdicción contamos con pesca marina en el Pacífico y en el Caribe, ésta última es realizada en 1618 km de línea costera aproximadamente, excluyendo las áreas de protección del sistema de PNNC y la línea costera del golfo de Urabá. Tenemos registrados 18.000 pescadores marinos debidamente carnetizados y de estos, aproximadamente el 10% son mujeres.
Una de estas valiosas mujeres es Angélica de la Cruz Cifuentes Castro, la representante legal de la Asociación Estur, que en la vigencia 2020 fue beneficiada por la AUNAP con diferentes elementos para fortalecer su labor, como una embarcación. Esta asociación agrupa a las ocho organizaciones pesqueras que hay en el sector de Las Flores, en Barranquilla. También se desempeña como vicepresidenta de Remamupes, la red de mujeres étnicas del río Magdalena.
- Rompiendo esquemas
Angélica lleva 18 años dedicada a la pesca, oficio que heredó de sus abuelos. Su padre trabajó en las lanchas Los vikingos, muy reconocidas en el Atlántico. Reconoce que no ha sido fácil llegar a donde está, y más en un medio tradicionalmente dominado por los hombres. “No me querían aceptar porque era mujer y me discriminaban. Tuve que demostrar que en realidad sí podía hacer la actividad como la realiza un hombre: jalar, montar y remendar un trasmallo, tirar taladro, y cometa. Ya tirar atarraya no, pero estoy en esas. Yo aprendo muy rápido,” comenta.
A punta de trabajo y dedicación, se ha sabido ganar el respeto de los de los cuarenta integrantes de su asociación, razón por la cual recientemente fue reelegida. Es una líder equitativa, que se preocupa por el bienestar de sus compañeros y que sabe dónde tocar puertas para gestionar proyectos en favor de su comunidad. A veces, por cuenta de las reuniones, no le queda mucho tiempo, por lo que pesca el fin de semana.
Su jornada inicia a las 3:00 a.m. en la playa de Puerto Mocho, en medio de la oscuridad medita y planea su jornada. A las 4:00 a.m. ya está montando el desayuno y el almuerzo y sobre las 6:30 a.m. se interna en el mar. Sostiene que no tiene hora de regreso fija porque a veces se presentan percances como que se enreden los trasmallos. A eso se suma que como puede que haya bastante pescado puede que esté escaso. Son jornadas intensas, desgastantes, bajo el inclemente sol, por eso a las 8 de la noche ya está durmiendo para recobrar energías y empezar un nuevo día.
Su motor son sus hijos, quienes viven en Barranquilla con su madre. Su hija tiene 25 años, estudió salud ocupacional y actualmente está trabajando. Su hijo tiene 15 años y está en noveno grado. Gracias al mar los ha podido sacar adelante y darles el estudio para tener mejores oportunidades. Todos los fines de semana, sábado en la tarde, se quita el traje de pescadora y se pone el de madre y hacen planes como salir a comer un helado. Cuando no va a la ciudad sus hijos van a la playa y salen a pescar con ella. “Ellos saben cómo es que me estoy ganando la vida y se dan cuenta de que mi trabajo es muy riesgoso. Mi hija no ha querido salir al mar conmigo, pero mi hijo sí tuvo esa gran experiencia. Me dijo que era un sacrificio el que yo estaba haciendo y le dije, ustedes saben que yo soy mamá y papá a la vez”.
La vida en el mar…
“Delicioso”, así define Angélica al mar. Su relación va más allá de lo laboral. Con desparpajo comenta que le canta, le baila, le ríe y a veces lo regaña. Cuando se pone violento, le pregunta por qué está bravo, le dice que necesita que se calme y que baje un poco. Acto seguido entona aquella conocida canción En el mar, de la Sonora Matancera:
En el mar la vida es más sabrosa
En el mar te quiero mucho más
Con el sol, la luna y las estrellas
En el mar te quiero mucho más
Y también tiene divertidas anécdotas con él. Recuerda con una sonrisa cuando pescó un sábalo en compañía de su compañero. Jalaban el trasmallo con esfuerzo debido al gran peso y vieron que el animal era más grande que ella. Finalmente, con mucha emoción, lo atraparon y acto seguido se lo llevó la pescadería.
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Fecha de publicación 25/06/2023
Última modificación 25/06/2023
Fecha de publicación 25/06/2023
Última modificación 25/06/2023